Salsa de tomate
Sabéis que de vez en cuando me gusta dejaros alguna receta básica como la bechamel, el bizcocho,…que puedan serviros para otros platos. En esta ocasión: una salsa de tomate clásica. Quizá penséis que es mucho más cómodo abrir el bote de tomate frito del supermercado, y tenéis razón, pero os aseguro que la diferencia se nota muchísimo. La salsa de tomate casera es espectacular, tiene mucho sabor y, sobre todo, sabor a tomates de verdad. Además tiene otra ventaja: podéis hacer una cantidad considerable de salsa de tomate y luego conservarla en botes de cristal (previamente hervidos), haciendo el vacío al ponerlos al baño maría. En la foto de cabecera, podéis ver que utilicé la salsa de tomate para acompañar un plato de pasta con bacon y, algo tan sencillo, se convirtió en un manjar. Probadla, de verdad, porque está deliciosa.
Ingredientes:
- 1kg de tomates bien maduros
- 1 cebolla grande
- 2 zanahorias
- 1 diente de ajo
- 1 hoja de laurel
- Aceite de oliva
- Sal
- Azúcar (un poquito, en función de la acidez del tomate)
- Perejil (opcional)
Picamos la cebolla, el diente de ajo y las zanahorias fino y dejamos que se hagan en una cazuela con un buen chorro de aceite de oliva.
Cuando la cebolla empiece a tomar color, incorporamos los tomates, a los que habremos quitado la parte verde, y troceados. Echamos sal y la hoja de laurel. Dejamos cocer a fuego suave y removiendo de vez en cuando cerca de una hora. Diez minutos antes de quitarlo echamos el azúcar y removemos bien para que se distribuya homogéneamente.
Sacamos la hoja de laurel, trituramos y colamos por el chino para quitar restos de semillas o de la piel del tomate.
Tendremos una salsa de tomate espesa pero fina, lista para consumir.
El perejil, bien picado, podéis echarlo al final, o bien, cuando echáis el azúcar. Yo hay días que lo echo y días que no.
Tienes razón porque el tomate
frito casero es delicioso